Dicen que cuando te privan de un sentido agudizas el resto. De hecho,
reconozco que a veces al beber vino suelo cerrar los ojos, para tratar de que el
olfato y el gusto me faciliten una mejor percepción del vino que estoy
bebiendo. La idea es aislarse de otras evidencias para tener una percepción más
objetiva de lo que uno está bebiendo. Por eso, nunca he entendido por qué muchas
guías de vinos otorgan su valoración conociendo los precios, etiquetas y marcas de los vinos que se catan. Pienso que esa información puede predisponer la
valoración del catador. En este post te presento los resultados de una cata que
podría avalar esta hipótesis.
Fuente: rincondevino.blogspot.com.es |
Hace algunos años se puso de moda un restaurante en París que está a oscuras. La idea es que cuando no ves lo que estás comiendo debes hacer un esfuerzo
extra para apreciar el gusto de los alimentos. En el caso del vino, existe
muchísima evidencia científica y académica de marketing que demuestra que señales como el
precio, la denominación de origen o la apariencia de una etiqueta, terminan
condicionando la percepción que se tiene de un vino. La mayoría de estos estudios se basan en experimentos que demuestran que
cuando a la gente le dices, antes de probarlo, que un vino es más caro que otro,
suele valorar mejor el vino más caro una vez probado, y esto ocurre incluso cuando
se trata exactamente del mismo vino. De hecho, recientes avances en el campo de
la neurociencia y el neuromarketing en el sector del vino avalan esta teoría, al observarse que se activan determinadas áreas del cerebro
relacionadas con el placer cuando la expectativa que se tiene es mayor
(normalmente piensas que un vino de 15 euros es mejor que uno de 5 y, aunque se
trate del mismo vino, disfrutas más con el que te han dicho que vale 15 que con
el de 5).
Lógicamente, cabría pensar que esto ocurre solo con
catadores no expertos, es decir, con la mayoría de los consumidores de vino,
pero que esto no ocurre con catadores entrenados, enólogos, sumilleres y, por
qué no, con los catadores de las diferentes guías de vino que existen en el
mercado.
Sin embargo, algo que siempre ha llamado mi atención, es que
los catadores de las guías se niegan en la mayoría de los casos a catar los
vinos a ciegas. No en el sentido de cerrarse los ojos, sino que prefieren conocer la bodega y marca concretas del vino que están valorando. No es que quiera prejuzgar su actuación, pero parece como que no se fíen de
su propio criterio y quieran tener una pista inicial de por dónde van los
tiros.
La cata organizada por Bodegas Valduero
Recientemente, me ha llamado mucho la atención el evento organizado por Yolanda García Viadero, de Bodegas Valduero, que ha organizado una curiosa cata a ciegas en las que ha dado a probar una de sus referencias, Valduero 6 años de 2009, junto con otros 12 grandes vinos del mundo. Entre ellos se encontraban vinos con precios muy superiores al de Valduero, y entre los que cabe destacar los siguientes:
- Romanee Conti Echezeaux 2005 (1352,00 €)
- Petrus 2004 (2716,50 €)
- Vega Sicilia Único 2003 (211,75 €)
- Pingus 2003 (847,00 €)
- Gaja 2001 (241,50 €)
- Opus One 2001 (278,50 €)
- L´Ermita 2000 (762,30 €)
En concreto, los vinos se dieron a probar a tres sommeliers: Ciro Carro (del
restaurante Akelarre de Pedro Subijana), José Antonio Navarrete (responsable de
la bodega de Quique Dacosta) y Joan Lluís Gómez (responsables de la bodegas del
Sant Pau de Carme Ruscalleda), siendo la primera vez que se organiza en España una cata ciega con trece grandes vinos del mundo que se han medido en igualdad de condiciones y con la absoluta objetividad que aporta no conocer sus etiquetas previamente a la emisión de la puntuación.
Sin duda alguna, lo más curioso de esta cata es que Valduero 6
años 2009 (que tienen un precio de 50€) ha obtenido la segunda posición, sólo por detrás de Echezeaux
Romanee Conti 2005 (1350 €).
Tal y como señala Ciro Carro, "muchas veces la etiqueta del vino condiciona y por ese motivo la cata ciega ha sido una gran experiencia para darse cuenta de los grandes vinos que hay en España. En concreto me han sorprendido mucho los Valduero y como una bodega con una producción de 700.000 botellas es capaz de hacer vinos tan diferentes y de tan alta calidad y personalidad".
¿Por qué todo esto es relevante?
Porque la pregunta latente es ¿qué hubiera pasado y qué valoración se le habría dado a estos mismos vinos si la cata no hubiera sido a ciegas?
Sin duda, las guías de vino deberían dar
un paso adelante y atreverse a catar los vinos que valoran a ciegas.
Evidentemente, en el sector del vino se mueven muchos intereses comerciales, y
esto es difícil, si no imposible, que ocurra. Aunque cada cierto tiempo algunos
vinos aparecen “tocados” por estas guías y las ventas se
disparan (todos recordamos el ejemplo de Pruno), las guías constituyen un corsé demasiado fuerte para el sector, y su proceso
de cata impide que muchas bodegas puedan competir en igualdad de condiciones en
el mercado. Evidentemente uno es libre de seguir las recomendaciones de estas
guías o no, pero mientras las mismas sigan catando los vinos con los ojos
abiertos, y no cerrados, no dejarán de perder terreno.
Un saludo,
Ricardo
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