Hace unos días, David Muñoz, chef y propietario del
restaurante DiverXo, presentó una ponencia en Madrid Fusión en la que manifestó
su intención de reinterpretar el mundo del vino. Básicamente, su propuesta se
centra en usar el vino como un ingrediente más. Un ingrediente que se puede
alterar o mezclar, un producto inacabado con el que se puede trabajar. Sus
propuestas, que han levantado las mismas ampollas que aplausos, han dejado
indiferentes a muy pocos. Lo que cabe preguntarse es, ¿esto es bueno o malo
para el sector vinícola? ¿Necesita el vino esta revolución?
Fuente: www.hola.com |
David Muñoz es un cocinero peculiar. Dicen que su capacidad
innovadora en la cocina es algo fuera de lo normal. De hecho, las tres estrellas
Michelín de su archiconocido restaurante DiverXo avalan en gran parte su
trabajo. En su línea de trabajo innovadora y revolucionaria ha encontrado un
nuevo ingrediente: el vino. Las propuestas que planteó el 2 de febrero en Madrid Fusión van
desde macerar pajitas en vino a servir el vino de una zona en la concha de una
almeja para que parezca de otra zona. Si esto te parece poco, piensa en la propuesta
de que te metan el vino por la boca con una cuchara o con una jeringuilla. Sin atreverme
a calificar estas propuestas como innovadoras o revolucionarias, desde luego
son propuestas no habituales en la sala de un restaurante.
Como te comentaba al principio, las propuestas de David han recibido numerosos elogios.
Hay mucha gente que ve con buenos ojos estas propuestas “enogastronómicas”.
También ha recibido el respaldo de meros palmeros que, sin saber muy bien el
alcance de las mismas, las consideran innovadoras por el mero hecho de que las
haya realizado él. Sin embargo, sus propuestas también han recibido críticas,
especialmente desde el propio sector vinícola. Hay mucha gente que considera
que estas propuestas no son realmente innovadoras (por ejemplo, en algunas
catas el vino se sirve en jeringuillas para jugar con los sentidos). Pero sobre
todo, la mayoría de críticas se centra en que las propuestas suponen una falta de respeto hacia el vino. Una falta de respeto a las personas
que se esfuerzan por elaborar el vino, que sí es un producto acabado. Si
quieres leer algo de lo más suave que se ha dicho, te recomiendo esta reflexión de Víctor de la Serna.
Si quieres leer una crítica más ácida y encendida, no te pierdas esta reflexión de Rooster Cogburn.
Personalmente, llevo varios días dándole vuelta al asunto y
no termino de ver si esto es bueno o es malo para el vino. No tengo claro si
esto beneficia o perjudica al sector vinícola en su conjunto. Aunque muchas
personas a las que respeto y admiro en el mundo del vino lo tienen muy claro (en
el sentido de que no lo ven, que no comparten la idea de David), ninguna de
ellas aporta argumentos que terminen de convencerme.
Coincido con ellos en que es muy difícil que reinventemos la
rueda con el vino. El vino es el resultado de un arduo y duro trabajo de muchas personas y, por lo tanto, merece un respeto. Sin embargo, también creo que el vino y la gastronomía deben
ir de la mano y que el vino puede beneficiarse de la popularidad de la que goza
la gastronomía española en la actualidad.
De hecho, soy un defensor a ultranza de lo que ha conseguido
la gastronomía española en los últimos años. Especialmente me admira la
capacidad de atracción que tiene todo lo relacionado con la gastronomía. Desde
su popularización con programas de TV como Master Chef o Top Chef a lo
irreverente de Chicote en su Pesadilla en la Cocina. Nadie puede poner en duda
que la cocina está de moda. Todo ello ha provocado desde que los niños quieran
ser cocineros (Master Chef Junior) a que la formación en Dirección y Gestión de Restaurantes esté de moda. Por eso creo que el vino no puede dejar pasar el tren de la
gastronomía.
Como bien dice Javier Escobar de la Torre en su blog “la gastronomía va años luz por delante
del vino en cuanto a reconocimiento y presencia mediática”, lo que debería
abrir una profunda reflexión dentro del sector vinícola orientada a que “la
gastronomía ejerza el papel de “tractor” del vino”.
El vino tiene la oportunidad de ponerse en valor de la mano de
la gastronomía. Por eso, simplemente que se hable de vino y que esta reflexión en
torno a la propuesta de David sobre el vino ocupe numerosos páginas en los medios
de comunicación ya es bueno para el vino. De hecho, esta noticia ha ocupado
numerosos espacios en TV, en prensa escrita, en la prensa on-line, en blogs de
gastronomía, en blogs de vino, etc. Que se reflexione y hable del vino es bueno
para el sector vinícola. Es mejor que se
utilice el vino, aunque sea de una forma no ortodoxa, a que no se utilice. Por
eso, es mucho mejor que se abra este debate en torno al vino a que no se hable nada
de él. ¿Cuál es la respuesta del sector vinícola? Algo así como, “usted cocine
y métase en los fogones, que del vino ya nos ocupamos nosotros”. Así le luce el
pelo al sector.
Desde casi cuando empecé a escribir el blog me di cuenta de
que mucha gente del sector vinícola piensa que sólo existe un camino para
introducirse en el mundo del vino: el mismo que ellos siguieron. Desde cero,
desde pequeños, conociendo su cultura, su historia, su método de elaboración. Poniendo en
valor el terruño, el trabajo del agricultor, del bodeguero y del enólogo. Son
personas que luchan contra la industrialización y la homogeneización del vino y defienden
a ultranza lo más auténtico del vino y de su método de elaboración. Son
verdaderos apasionados del vino, mentes inquietas, ávidas por conocer más sobre
vinos y su cultura. ¿Cuál es el problema con eso? Que ese camino no lo
quiere seguir la mayoría de la gente. Son muy pocos los que se quieren iniciar
así en el vino. Por eso, cada vez se consume menos vino y cada vez hay más
desapego hacia el vino. El problema es que hay demasiada gente que se ha empeñado en hacernos ver que ese es el único camino válido para acercarnos al vino.
Como te decía antes, no tengo claro si esta "revolución" es buena o mala para el vino, pero como dice un buen amigo mío: "en pleno siglo XXI todos deberíamos
ser un poco más open minded".
Un saludo,
Ricardo
El buen vino de los buenos restaurantes es una experiencia única para los amantes de la gastronomía. Su exquisito sabor y aroma complementan a la perfección los platos elaborados, creando una experiencia culinaria inolvidable.
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