Obtener una ventaja competitiva difícilmente imitable
constituye el anhelo de cualquier responsable de una bodega. Ya sea en la fase
de elaboración del vino, durante su crianza o en el proceso de
comercialización, muchas bodegas se esfuerzan para mejorar sus protocolos y
procedimientos y hacerlos más eficientes. Una forma de descubrir soluciones
creativas aplicables en la gestión puede ser tomarlas prestadas de otras
empresas o de otros ámbitos. Esta técnica, conocida como benchmarking, comienza
a aplicarse en el sector vinícola cada vez con mayor énfasis. Lo que cabe
preguntarse es, ¿dónde está el límite?
Fases del proceso de benchmarking |
A finales del pasado mes de agosto podíamos leer en
diferentes medios de comunicación como la bodega Viñas
del Vero se convertía en una bodega de referencia por ser la primera que
utilizaba drones para el control de sus viñedos. Seguro que si otras bodegas consideran que este sistema
puede aportar alguna ventaja terminarán copiando o imitando este método de
vigilancia de la viña.
En el ámbito de la gestión de empresas observar la mejores
prácticas el sector para adaptarlas a una empresa en concreto se conoce como benchmarking. Esta técnica de gestión, atribuida
originalmente a la multinacional Rank Xerox, consiste en comparar las prácticas
y procedimientos internos de una organización con estándares de calidad
externos para emular y corregir los posibles desfases existentes y, mediante
planes de actuación y mejora continua, identificar oportunidades de innovación,
realizar cambios efectivos en el negocio, lograr posiciones de liderazgo,
alcanzar niveles de excelencia y conseguir los resultados de rentabilidad
deseados (Santesmases, 1996).
Tal y cómo señala José Luís Martínez en este artículo publicado en El Correo del Vino resulta lógico que las bodegas hagan benchmarking de
las buenas prácticas que se realizan en la competencia,
tomando como referencia a los mejores del sector y adaptando las estrategias
que aquéllos están desarrollando, dentro de la legalidad. Lo que ya no es tan lógico
es que después se “venda” el carácter innovador de una iniciativa.
Bombones de vino
El pasado mes de septiembre Bodegas Liba y Deleite lanzó al mercado “Bombones Acontia, el vino que se come”, 6 bombones artesanales elaborados a partir de los vinos Acontia.
Lo sorprendente de la noticia es el remarcado carácter
innovador que se le atribuye al producto. Sin embargo, no hace falta bucear mucho por
internet para encontrar dos noticias que recogen el lanzamiento al mercado de
productos similares por parte de la alicantina Bodegas Enrique Mendoza (que lanzó en
2009 unos bombones al vino en colaboración con la empresa Chocolates Valor y
que se corresponden con los vinos Merlot, Monastrell, Santa Rosa y Dolç )
y por parte de la Bodega Liberalia Enológica, acogida a la Denominación de Origen
Toro (que lanzó en 2012 unos bombones elaborados con su vino espumoso Ariane y
recubiertos de chocolate). Por cierto, dentro de su proceso de diversificación esta
bodega también elabora mermelada de vino.
No está mal imitar y adoptar una idea que permita
diversificar la actividad de la bodega, pero tratándose de una idea innovadora en la
empresa, en este caso no podemos decir que se trate de una idea innovadora para el mercado, puesto que otras bodegas ya habían desarrollado productos similares con anterioridad.
¿Benchmarking en el diseño de etiquetas de vino?
Un caso que ha llamado poderosamente mi atención es el que me desveló Íñigo (más conocido por su aplicación sobre vinos Dastagarri). En concreto, la sorpresa surgió por el evidente parecido entre la etiqueta del Txakoli Sustrai (añada 2012) elaborado por la Bodega Bizkai Barne y las etiquetas y logo de los vinos de Bodegas Raiz y Páramo de Guzman.
Lo primero que hay que matizar es que en euskera sustrai
significa raíces, lo que podría ayudar a entender la similitud entre ambas etiquetas. Personalmente, estoy plenamente convencido
de que no ha existido ningún animo de copia o imitación, y que todo es producto
de la casualidad. Eso sí, resulta muy sorprendente que una bodega lance al mercado una
etiqueta tan similar a otra preexistente (aunque no he querido saber quién desarrolló antes el diseño, parece que la Bodega Bizkai Barne ya no comercializa este Txacoli).
¿Copiar, imitar o adoptar?
Fuente citada:
Santesmases, M. (1996) “Términos de marketing: Diccionario - Base de datos”, Ediciones Pirámide, Madrid.
Nota:
La foto del Txacoli Sustrai ha sido obtenida de aquí.
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