Portada del juego Trivino |
Casi desde sus inicios, la campaña “Quien sabe beber, sabe
vivir” ha vivido envuelta en polémica y no ha dejado indiferente a nadie. Yo
mismo, en un post anterior, puse el acento en el “menguado” presupuesto de la campaña.
Aunque no resulta fácil ni justo valorar el acierto o desacierto de una campaña
antes de su finalización (recuerda que es un programa trianual que se inició en
2012), diferentes expertos han criticado algunos aspectos de la misma,
centrándose sobre todo en el tipo de mensaje que transmite y en los medios y
soportes de comunicación elegidos para transmitir dicho mensaje. Básicamente,
el argumento subyacente es que ni el mensaje ni los medios elegidos iban a
conseguir atraer a nuevos consumidores al mundo del vino y que, especialmente,
no se abordaba una de las grandes amenzas del sector: el cada vez mayor
alejamiento de los jóvenes del vino.
Dado que el objetivo de la campaña es sobre todo potenciar la cultura
vinícola, el lanzamiento del juego Trivino pretende alcanzar este objetivo desde un enfoque lúdico y entretenido, lo
que podría ayudar a que más gente se acercara al mundo del vino. Con una
dinámica muy sencilla, el jugador tiene que responder una serie de preguntas
relacionadas con la cultura vinícola (variedades de uva, denominaciones de
origen, tipos de vino, aromas, etc.) para ir completando cada uno de los 10
niveles del juego. El máximo nivel se alcanza respondiendo las 100 preguntas que
lo componen. Como no podemos esperar que el usuario las conteste todas “de una
sentada” es posible ir jugando a un ritmo personalizado, pudiendo guardar la
sesión iniciada para continuarla en otro momento. Como incentivo, aquellos que
acierten correctamente las 100 preguntas participarán en el sorteo de una caja de
aromas del vino.
Después de registrarme y jugar un poco con Trivino (ya te
anticipo que todavía no lo he completado), debo reconocer que he tenido una
sensación ambivalente.
Para beber vino, ¿hay que saber de vino?
Por si hay alguna duda, debo reconocer que el juego constituye
una iniciativa muy original e interesante. Casi todo aquello que es lúdico
atrae, por lo que si con el juego se puede fomentar la cultura vinícola y los
jugadores pueden aprender algo más sobre el vino bienvenido sea.
Sin embargo, quiero pensar que el juego no está cayendo y
potenciando algunos errores pasados. Está claro que alcanzar los diez niveles
del juego no es un requisito para beber vino, pero no sé hasta qué punto este
juego puede ayudar a recuperar el consumo de vino (aunque lo que busca es difundir
su cultura).
El problema lo veo cuando me pongo en la situación de
una persona que se está acercando al mundo del vino y se pone a jugar. ¿Qué
contestaría ante estas dos preguntas (la 5 y la 22)?:
Pregunta 5 (nivel 1) del juego Trivino |
Pregunta 22 (nivel 3) del juego Trivino |
Ante la 5, diría: “Pues no sé, bebo el vino como me apetezca”. En la
pregunta 22 estoy convencido de que un usuario no iniciado en el mundo del vino se saldría del juego.
Está claro, repito, que el objetivo del juego es contribuir a la difusión de la
cultura vinícola, pero no es bueno dejar pasar la oportunidad de acercar al vino a personas no iniciadas en esta cultura.
Quizás hubiera estado bien (como en casi todos los juegos)
plantear diferentes versiones en función de los conocimientos previos del
usuario (principiante, aficionado o experto) para evitar que una persona no
iniciada en el vino acabe saliendo espantada del mismo. Aunque en el juego hay diferentes niveles (cada diez preguntas es un nivel) el juego es uno (100 preguntas), y no se adapta
a los conocimientos previos del usuario. Hubiera sido mejor plantear logros intermedios según el nivel de conocimientos previos para incentivar al usuario a continuar y que no abandone por el
camino con la sensación de que “el mundo del vino no es para mí”. Si en la pregunta 22 abandonas no te quedas con la idea de haber superado dos niveles sino de haberte quedado muy lejos de 100.
Finalmente, una observación menor. Me ha sorprendido mucho
que el juego no aproveche el potencial de las redes sociales. Un botón de “compartir”
en Twitter o Facebook al final de cada nivel hubiera ayudado a difundir el
mismo entre los usuarios, potenciando además “el pique” entre grupos de amigos,
lo que siempre contribuye a que se juegue más.
Lo dicho, una muy buena iniciativa que espero mejore, en la
medida de lo posible, en versiones posteriores (si es que las hay).
Un saludo,
Ricardo
PD: Ahora que están tan de moda las aplicaciones para teléfonos móviles sobre vino, ¿dónde está la de Trivino?
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