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La Organización Interprofesional del Vino Español (OIVE)
Este mes de agosto el sector vinícola ha visto nacer la tan
demandada Organización Interprofesional del Vino Español (OIVE). Aunque algunas
voces muy autorizadas del sector vinícola ya han expresado su punto de vista a
este respecto (te recomiendo especialmente los artículos de Salvador Manjón y de Javier Escobar de la Torre)
quisiera destacar aquí mi propia valoración sobre la misma.
En particular, tengo la sensación de que comienza a haber una proliferación de entes y organismos en el sector vinícola que debería invitarnos a reflexionar. Siempre he considerado que es mejor concentrar los esfuerzos en un único organismo que dispersarlos entre múltiples entidades. A la larga éstas siempre terminan solapándose en sus funciones y elevando los costes globales de funcionamiento. En cualquier caso hay una cosa cierta: el futuro de la interprofesional sólo lo marcara su actuación. Si se delimitan adecuadamente sus funciones, su estructura de funcionamiento y se le dota de un presupuesto adecuado para desarrollar sus actividades se habrá dado un importante paso adelante.
Especialmente, entre sus funciones se ha destacado la creación de un panel de información sobre el consumo de vino que permitirá “conocer la evaluación
de las pautas de consumo, del precio con que llega al consumidor o del volumen
consumido”. Desde el Ministerio de Agricultura se apuesta porque este panel aporte
transparencia y ayude a los operadores a definir sus estrategias comerciales.
Habrá que verlo.
La gestión de los excedentes vinícolas de la campaña anterior
Como ya te anticipaba en las redes sociales, lo que a
principios de año eran campanas al vuelo porque España se había convertido en
el primer productor de vino del mundo (y que luego la revisión de las
estadísticas nos llevó al segundo puesto) se ha convertido en pocos meses en un
problema: el consumo interno y las exportaciones no han sido capaces de
absorber todo el vino producido en la campaña anterior. La solución adoptada tras una campaña récord (53
millones de hectolitros) ha consistido en un acuerdo para la entrega de 4 millones
de hectolitros a los destiladores para la obtención de alcohol para uso de boca
(vinos y alcoholes para aguardientes), sin ayudas públicas, y que no ha sido suficiente para calmar a gran parte de los viticultores que han apostado por la cantidad frente
a la calidad y los rendimientos más reducidos que asumen los productores de
otras áreas geográficas.
Esta destilación “de crisis” (por cierto, curioso nombre) ha sido adoptada como
una solución que debe entenderse como puntual. O se reestructura
definitivamente el viñedo para producir menos vino (de más
calidad y mayor precio) o se vende y se consume más. Si no se
hace así se corre el riesgo de convertir el vino español en una suerte de commodity.
Con una marcha más que razonable de las exportaciones quizás es hora de ponerse a trabajar en
el mercado interno, y es aquí donde habrá que ver si la interprofesional cumple
su cometido. Si el panel de información va a “ayudar a los operadores a definir
sus estrategias comerciales”, es necesario que de una vez por todas se gestione
la pronunciada desaceleración del mercado interno en los últimos años: Cada vez
se bebe menos vino (aunque se mitigue parcialmente con un mayor precio) y es en
esta variable donde se debe poner el acento.
Las previsiones de la cosecha para este año son moderadas
(unos 40 millones de hectolitros) y muchas bodegas no se verán sorprendidas con largas colas de tractores a sus puertas. Además, se anticipa
una gran calidad en casi todas las regiones vinícolas españolas. Espero que
el sector haya aprendido la lección.
Un saludo,
Ricardo
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