Cuando el intermediario “le aprieta” al bodeguero
El análisis de la competencia, el poder de mercado y la
gestión de las relaciones comerciales a lo largo la cadena de suministro son
cuestiones que han dado lugar a multitud de artículos de opinión, artículos de
investigación e, incluso, hasta tesis doctorales. Ello es debido a sus
importantes implicaciones sobre las condiciones finales que rigen los
intercambios comerciales entre las diversas partes afectadas. El sector
vinícola, no es ajeno a este debate, puesto que las relaciones comerciales que
se establecen entre los diferentes actores que delimitan la cadena de
suministro (desde el viticultor que cultiva la uva hasta el establecimiento
detallista que vende el vino) resultan, hasta cierto punto, asimétricas.
Así, una parte del sector bodeguero ha manifestado en
repetidas ocasiones su disconformidad con las condiciones comerciales que
plantean algunos intermediarios. No podemos olvidar la importancia que tienen las
grandes cadenas de hipermercados y supermercados en la distribución de vino, ya que constituyen el establecimiento elegido por muchos consumidores para hacer
sus compras. Dado que estos intermediarios constituyen auténticos “mastodontes”
con numerosos puntos de venta, a veces terminan imponiendo unas duras
condiciones a las bodegas que quieren vender vino en sus establecimientos.
Estas condiciones implican desde la negociación a la baja de los precios hasta aplazamientos en el pago de facturas que muchas veces no tienen una
justificación clara. Sería algo así como: “Si quieres vender tu vino en mis más
de 1.000 supermercados éstas son las condiciones. O las tomas o ya vendrá otro
a servirme el vino”.
Evidentemente, y aunque a veces es el consumidor quien sale
ganando al poder comprar el vino más barato de lo que lo haría si el
distribuidor no actuase tan agresivamente con el bodeguero, este tipo de
actuación no es el adecuado, porque casi siempre supone que los beneficios se
reparten de forma asimétrica entre bodeguero y distribuidor. En este punto, no
se puede olvidar el esfuerzo que han hecho algunas Administraciones para tratar
de revertir esta situación y evitar, en la medida de lo posible, la imposición
de condiciones abusivas por parte de los grandes grupos de distribución.
Cuando el bodeguero “le aprieta” al viticultor
El problema sobre el que quiero reflexionar aquí es el de las relaciones que se dan entre el viticultor (agricultor) y el bodeguero. Este fin de semana, releyendo algunos artículos en internet,
he encontrado tres notas en el portal Vinetur que me han hecho reflexionar sobre la situación del sector vinícola y,
especialmente, en torno al precio que pagan las bodegas por la uva que compran
a los agricultores.
Como bien indica Javier Escobar en su post “¿Pagar la calidad? Sí pero…” básicamente lo que ocurre es que: “Hay un señor -el viticultor-
que produce uva y se la vende a un cliente -el bodeguero- a un precio
competitivo y que sea rentable para él; a su vez, el bodeguero debe quedar
satisfecho”. Para el viticultor los aspectos clave de la frase
anterior son: “un precio competitivo” y “rentable”. Para el bodeguero, la satisfacción se alcanza si compra a precio competitivo una uva con la calidad que requieren los vinos
que va a elaborar.
Pues bien, las notas que te mencionaba hacen
referencia al establecimiento de los precios a los que los bodegueros pagan al
viticultor la uva o, dicho de otra manera, al precio al que vende la uva el viticultor al bodeguero. Eso sí, dado que las notas están fechadas a principios de mes la cosa puede haber cambiado
algo.
- La primera nota hace referencia a que los precios que pagará Félix Solís por la uva tinta con D.O. este año serán un 17,11% inferior a los del año pasado.
- La segunda nota recoge una queja de la Mesa de Productores de la D.O. Valdepeñas en la que se indica que la Bodega Los Llanos (del grupo García Carrión) publica de forma unilateral la tablilla de precios para la uva tinta de esta campaña, lo que se considera una "situación ilegal" en la compra de la uva, al considerar que supone una "actuación unilateral por parte de la bodega al margen de cualquier ley que regule los mercados".
- La tercera nota hace alusión a que la asamblea de la Mesa de Productores de la D.O. Valdepeñas ha decidido entregar la uva a las bodegas pero, de forma paralela, presentar una denuncia colectiva por nulidad de contrato.
En la práctica, la existencia de un grupo reducido de
empresas con elevadas cuotas de mercado provoca la existencia de situaciones de
poder de mercado que pueden dar lugar a comportamientos restrictivos de la
competencia. Dado que la competencia perfecta no es la norma en la mayoría de
los mercados, estaría bien que las autoridades vigilasen el comportamiento
de las diversas partes afectadas, puesto que de lo contrario se corre el riesgo de
pensar que, en vez de proteger los intereses generales, se defienden las
posiciones de determinados actores de la cadena de suministro.
En este caso, tengo la sensación de que algunas bodegas de gran tamaño pueden estar actuando contra los
viticultores tal y como las bodegas pequeñas denuncian que actúan los grandes
intermediarios contra ellos. Aunque siempre he defendido la importancia del
tamaño a la hora de desarrollar las actividades comerciales de forma óptima
(recuerda este post en el que te ponía algunos ejemplos de asociaciones de bodegas y D.O. para aumentar la efectividad de sus acciones de marketing), los agricultores
deberían tratar de mejorar su capacidad de negociación a través de un mayor
tamaño, ya sea mediante la constitución de cooperativas de primer grado, segundo
grado, o cualquier otro mecanismo análogo.
De todas formas, y aunque se ha avanzado mucho en este aspecto
en los últimos años, no resulta fácil tratar con organizaciones perfectamente
entrenadas para la negociación y con un amplio poder de mercado. Por eso, como recoge José Luís Martínez en El Correo del Vino en palabras del propio alcalde de Valdepeñas, un pequeño gesto por parte de los
bodegueros tampoco estaría de más.
Un saludo,
Ricardo
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