Los seres humanos somos capaces de recordar el 35% de lo que
olemos, frente a sólo el 5% de lo que vemos o el 2% de lo que oímos. Según Natalia González, especialista en neuromarketing sensorial: “los aromas estimulan
directamente la parte límbica del cerebro, que es la zona responsable de las
emociones, el placer, el humor, la sed y el hambre”.
Algunos estudios avalan que los consumidores tienden a estar más receptivos y a dejarse
llevar por sus emociones cuando “viven inconscientemente en el limbo” que provoca un ambiente perfumado. De hecho, numerosos comercios introducen en sus
establecimientos una especie de “olor corporativo”, que busca generar una
sensación placentera en el consumidor que le predisponga a comprar y a recordar
dicha experiencia. Quizás, uno de los casos más conocidos es el de la cadena de
ropa Abercrombie & Fitch, aunque también se ha utilizado el olor en otro
tipo de establecimientos como Starbucks o Dunkin' Donuts.
En líneas generales, el marketing olfativo implica la utilización
de olores y aromas en el ámbito comercial y de marketing, y descansa en el
marketing sensorial, que busca activar los cincos sentidos y crear experiencias
inolvidables y duraderas en la mente del consumidor.
Así, podemos definir el marketing olfativo como una herramienta
de marketing basada en el empleo de los aromas en determinados espacios con el
objetivo final de suscitar diferentes emociones, desde actuar positivamente en
el ánimo de los consumidores hasta influir en el comportamiento, buscando
generar un recuerdo de experiencia placentera y una asociación de la marca con un
determinado aroma.
Precisamente, el marketing olfativo es el leitmotiv de una
original campaña de comunicación que, de la mano de la agencia de viajes online
Destinia y La Rioja Turismo, ha buscado trasladar a los viajeros del metro de Madrid
los aromas del vino de Rioja.
La campaña, que se llevó a cabo durante dos semanas del
pasado mes de junio en diferentes estaciones del metro de Madrid, se basaba en
una serie de carteles que, en torno al lema “Viajar a la riojana”, tenían
incorporados unos dispensadores para que
los viajeros pudieran evocar los aromas de una de las regiones vinícolas por
excelencia.
Específicamente, cada soporte disponía de tres dispensadores
que evocaban los aromas primarios, secundarios y terciarios de vino. Una idea
interesante de esta propuesta es que para poder oler los aromas los usuarios
debían “participar” de la publicidad, acercándose y pulsando los dispensadores. Además,
se buscaba que los propios usuarios compartieran su experiencia en las redes
sociales con el hashtag #viajaralariojana @Destinia, de forma que entre los
participantes se sortearían varias noches de hotel en La Rioja para dos
personas.
Las impresiones de los usuarios se han recogido en el
siguiente video:
Teniendo en cuenta que el olfato es nuestro sentido más
desarrollado y que goza de una gran capacidad para influir en nuestro
comportamiento (recuerda que está directamente conectado con el área del
cerebro que se encarga de procesar las emociones y los recuerdos), ¿cómo no se
nos había ocurrido antes utilizar los aromas de vino en una campaña de comunicación?
Un saludo,
Ricardo
Ricardo
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