Colección de vinos de Christian Audigier |
Una de las formas más naturales de lograr la fidelización es
a través de las colecciones. Cualquiera que tenga dentro de su entorno social niños
en edad escolar sabe lo que es un coleccionable. Ya sean los cromos de la liga
de fútbol, las cartas de los Pokémon, los gogos o las peonzas, los fabricantes
de este tipo de productos llevan a cabo una estrategia de marketing que busca
la recompra a través de una colección. El objetivo último que se
traslada al niño es que “debe completar la
colección". No se busca vender un producto de forma aislada, sino vender el
conjunto de productos que componen la colección. La compra de uno de ellos
despierta en él el deseo de seguir comprando el resto de productos que
conforman la colección.
¿Es posible aplicar una estrategia similar en el sector vinícola?
Evidentemente, las colecciones dirigidas al público
infantil tienen características distintivas que no son extrapolables al sector
vinícola. Sin embargo, las bodegas pueden aplicar una serie de estrategias
orientadas a favorecer la venta conjunta de los diferentes vinos que
componen su cartera de productos. De hecho, algunas bodegas utilizan estrategias
de marca que buscan establecer una relación entre su oferta de vinos,
con la esperanza de que la venta de uno de ellos incentive también la venta del
resto. Dentro de estas estrategias
destacaría las dos siguientes.
1. La estrategia “clásica”
He denominado a esta estrategia como “clásica” por ser la
más tradicional y comúnmente aplicada. Muchas bodegas que comercializan vino en el mercado tienen dentro de su cartera de
productos algunos que, compartiendo una marca comercial, se diferencian en el tiempo de envejecimiento. Por ejemplo, en el caso de la Bodegas Lan, que
comercializa vino registrado bajo la marca comercial LAN, la bodega ofrece al
consumidor 5 vinos que comparten dicha marca con pequeños matices: Tres vinos
“básicos”: LAN Crianza, LAN Reserva y LAN Gran Reserva, cuya diferencia estriba
en el tiempo de envejecimiento; y dos vinos “especiales”: el LAN D-12 (de su
famoso depósito número 12) y LAN a Mano (vendimiado de forma manual).
Fuente: www.bodegaslan.com |
Estos vinos tienen características diferentes que buscan
llegar a distintos segmentos del mercado, pero incluso es posible que un mismo
consumidor sea potencial bebedor de todos esos vinos: El razonamiento sería algo
así como: “compro el Lan Crianza (el más económico) y, si me gusta, compro el
reserva o, incluso, el D-12”. La compra de un vino y la satisfacción con
el mismo es la que impulsa al consumidor a seguir comprando no sólo el mismo
vino, sino el resto de vino que componen la cartera de productos.
2. La estrategia “moderna”
Aunque la estrategia clásica sigue estando plenamente
vigente y es perfectamente válida, desde la irrupción de las modernas técnicas
de marketing en el sector vinícola, vengo observando como algunas bodegas se
afanan en diseñar una estrategia con relación a su cartera de productos que
busca una mayor vinculación entre los vinos que la componen.
Quizás, uno de los ejemplos pioneros en este campo se dio en
el año 2008 con la empresa de Washington Wines of Substance,
que lanzó al mercado una especie de tabla periódica del vino. La idea es que
a partir del nombre de la variedad de uva y su posible equivalencia en formato “químico” dieron nombre a sus vinos, construyendo una imagen de marca única y
distintiva que establece un vínculo entre el conjunto de vinos que la empresa
ofrece al mercado. Por ejemplo, el Chardonnay es Ch, el Cabernet Sauvignon queda
representado por Cs, el Syrah por Sy o Merlot por Me, y así
sucesivamente hasta una treintena de variedades (aunque no todas son
comercializadas).
Vinos de Wines of Substance |
En el caso español, uno de los ejemplos más llamativos en los últimos años es el de Vintae ,
que a través de su proyecto Matsu en la D.O. Toro propone los vinos: El Pícaro,
el Recio y el Viejo. Estos tres vinos, junto con el Matsu 2009, no habrían conseguido la dimensión que han adquirido en los últimos años si no fuera por la importante vinculación existente entre el nombre elegidos por los vinos pero, sobre todo, por la correlación existente en la presentación visual de los vinos a través de las etiquetas.
Vinos de Matsu |
Claramente, los tres vinos conforman una colección que busca
que el comprador de uno de esos vinos “quiera seguir bebiendo los otros tres vinos
de la colección”. De hecho, el propietario de una pequeña vinoteca de Alicante
me confesaba hace un par de semanas que es muy habitual que los clientes
adquieran los tres vinos en una sola compra. ¿Comprarían esos mismos clientes
en una sola compra el Crianza, Reserva y Gran Reserva de LAN?
Finalmente, un proyecto en la misma línea es el representado
por Siete Pasos y sus vinos El Figura, El Prenda, La Fresca, El importante y La
Lianta, El Religioso y El Chinín. Uno de los aspectos más interesantes de esta estrategia es
que Siete Pasos no elabora los vinos, sino que son bodegas como Viñedos de Aldeanueva u Hostaler quienes embotellaron los vinos del lanzamiento que,
inicialmente, fueron 'El Figura' (vino joven) y 'El Prenda' (crianza) dirigidos
a un público joven y con un precio de venta entre 2 y 3 euros.
Vinos de Siete Pasos |
En la actualidad, nadie pone en duda la importancia de la
elección del nombre y del diseño de la etiqueta de un vino. Los ejemplos
anteriores ponen de manifiesto que cuando esta decisión se planifica
adecuadamente es posible crear un vínculo entre los diferentes vinos que componen
la cartera de productos de la bodega. Creando un nexo de unión, una historia,
se puede incentivar la venta conjunta de los vinos que componen la oferta de la bodega. Esa es la base de una colección.
Un saludo,
Ricardo
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