Fuente: www.fiftyshadeswine.com |
Una marca, como referente de identificación de un vino (o incluso de una bodega),
facilita al consumidor la toma de decisiones y simplifica su proceso de
elección. Si al consumir vino de una determinada marca tengo una experiencia
satisfactoria, esa información la almacenaré en mi cerebro, generando una
especie de marcador somático que utilizaré la próxima vez que vaya a comprar.
Si quiero vivir la misma experiencia de consumo y acertar en mi elección apostaré
por la misma marca.
El problema del vino, especialmente en el caso español, es que el reducido tamaño de la mayoría de bodegas no facilita construir marcas fácilmente reconocibles en el mercado. Excepto un puñado de marcas o bodegas (por ejemplo, Coto, Estola o Freixenet) y que forman parte de grandes grupos bodegueros, las marcas individuales registradas por las bodegas no tienen la capacidad suficiente para lograr un amplio reconocimiento y notoriedad en el mercado. Ojo, no estoy diciendo que no haya marcas de reconocido prestigio e intachable reputación, que las hay, sino que dichas marcas no son reconocidas por gran parte del mercado, sean consumidores de vinos o no.
El problema del vino, especialmente en el caso español, es que el reducido tamaño de la mayoría de bodegas no facilita construir marcas fácilmente reconocibles en el mercado. Excepto un puñado de marcas o bodegas (por ejemplo, Coto, Estola o Freixenet) y que forman parte de grandes grupos bodegueros, las marcas individuales registradas por las bodegas no tienen la capacidad suficiente para lograr un amplio reconocimiento y notoriedad en el mercado. Ojo, no estoy diciendo que no haya marcas de reconocido prestigio e intachable reputación, que las hay, sino que dichas marcas no son reconocidas por gran parte del mercado, sean consumidores de vinos o no.
En situaciones como ésta las marcas colectivas, que en el
vino quedan representadas por las Denominaciones de Origen, pueden sustituir a
la marca individual a la hora de construir esa notoriedad en el mercado. Esto
ocurre porque el mayor volumen de vino y botellas comercializadas en el mercado
bajo la marca colectiva facilita su reconocimiento por parte del consumidor. De
hecho, en el proceso de elección de un vino la importancia de la D.O. es incluso mayor que la propia marca individual de la bodega en el mercado español. En cualquier caso, el esquema de funcionamiento del
consumidor es el mismo: si el consumo de vinos de una determinada D.O. (marca
colectiva) me genera una experiencia satisfactoria, confiaré en la misma para
futuras elecciones.
Evidentemente, una cosa es el reconocimiento y la notoriedad
de la marca y otra muy distinta es el prestigio, la imagen y la reputación de la
marca. Además, que una marca tenga notoriedad no supone que necesariamente tenga
buena imagen, ni una marca que tenga buena imagen va a tener necesariamente notoriedad.
En el primer caso, no puedo dejar de pensar en el vino de la marca Ola K Ase,
recientemente lanzado al mercado, que utiliza una marca que puede alcanzar
cierta notoriedad aunque con una muy dudosa imagen y reputación. En el segundo
caso, y si eres un buen aficionado al vino, seguro que recuerdas dos o tres
bodegas de intachable reputación e imagen pero con muy poca notoriedad entre el
gran público.
Fuente: www.santacecilia.es/ola-k-ase-rosado-frizzante.html |
Además, una estrategia de marketing conveniente para construir la imagen
de una D.O. o marca colectiva es que todos los miembros individuales de
la marca (es decir, las bodegas acogidas a la D.O.) remen en la misma dirección
y doten a sus vinos del mismo posicionamiento e imagen, ya que en última
instancia ese será el posicionamiento y la imagen de la marca colectiva. Si una
bodega apuesta por vinos de calidad y otras no lo hacen la imagen de
la D.O. en su conjunto no será clara, lo que puede terminar confundiendo al consumidor.
Marcas individuales acogidas a varias D.O.: El caso Pata Negra
Una noticia que ha merecido especialmente mi atención en las
últimas semanas dentro del sector vinícola es la que ha protagonizado el Grupo García Carrión, que tras una larga batalla judicial ha conseguido lanzar la misma marca individual -Pata Negra- para comercializar vino en cinco denominaciones de origen diferentes (Cava, Rioja, Rueda, Ribera del Duero y Valdepeñas).
El principal escollo que ha tenido que superar la bodega es la reticencia de los
propios Consejos Reguladores de las Denominaciones de Origen, que no veían con
buenos ojos esta estrategia de marketing de la bodega. En este punto hay que tener en cuenta
que no todas las D.O. consideradas tienen la misma imagen y reputación en el
mercado, por lo que en cierto modo querrán preservar dicha imagen al margen de
las otras D.O. con las que están compitiendo en el mercado.
Imagen de los vinos Pata Negra |
Evidentemente, cuando la bodega coloca en la estantería de un
supermercado o hipermercado un cava, un vino tinto de Rioja, uno de
Valdepeñas, otro de Ribera del Duero y un blanco de Rueda bajo la marca Pata
Negra está primando el posicionamiento y la imagen de la propia marca
individual sobre la marca colectiva. Ya no se trata de que el consumidor se apoye
en la marca colectiva para tomar su decisión en la típica estrategia que siguen
muchos consumidores de "elijo un Ribera o un Rioja porque hacen buenos
vinos”. Lo que busca la bodega es que el consumidor piense: “voy a elegir un “Pata
Negra” de Rioja. Si funciona bien mañana cogeré el cava de la misma marca”. Se
trata de potenciar la marca individual por encima de la marca colectiva.
Como señala el propio presidente del grupo, José García
Carrión es “un hito histórico” y, a mi juicio, el primer paso para crear una
marca fuerte y ampliamente reconocida a nivel nacional (independientemente de
su imagen y posicionamiento).
Conclusiones
La semana pasada, la consultora Interbrand publicó el
ranking de las treinta mejores marcas españolas. Sorprendentemente, así lo fue para mí, en el ranking aparecen tres marcas
de cerveza Mahou (14º), Cruzcampo (25º) y San Miguel (26º). Lo que ya no resulta
nada sorprendente es que no aparezca ninguna marca de vino. Es verdad que
potenciar el consumo de vino debe hacerse en positivo y, sobre todo, sin
realizar comparaciones con la cerveza (esta última frase se la debo a Jorge,
del blog Sibaritastur y del #ComandoEnofilo), pero hay que reconocer que podemos aprender cosas del
mundo de la cerveza para relanzar el consumo de vino. Ojo, y todo ello sin
despreciar la enorme riqueza cultural que tiene el vino y que nunca tendrá la
cerveza.
Considero que con un franco
declive del consumo interno del vino, donde en los mercados exteriores se
valora más que nunca la calidad de los vinos españoles pero se siguen pagando
como si fueran vinos de supermercado de descuento, es el momento definitivo por
apostar y crear marcas fuertes en el sector vinícola.
Aunque muchos queremos al vino tanto por el placer que nos
reporta su consumo como por la cultura que representa nunca deberíamos
despreciar el poder de las marcas para influir en el consumidor. Quizás las
marcas de vino no nos transporten al mundo de Anastasia y Christian Grey, pero
vender una emoción para construir una marca es un buen punto de partida.
Un saludo,
Ricardo
excelente
ResponderEliminarGracias!
EliminarRicardo
Es estupendo lo que ha podido lograr el vino al pasar de todos los años, tener una excelente sección de vinos seleccion puede resultar un prestigio por lo que representa hoy en día la sociedad que consume este estupendo licor
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