Fuente: www.viajarenmimochila.com (Cristina Lozano) |
En economía, se dice que la demanda de un producto es estacional cuando la misma no es constante a lo largo de un ejercicio económico, normalmente un año natural. En general, los productos que presentan estacionalidad en su consumo concentran su demanda en una determinada época del año, que viene determinada por factores de diversa índole como pueden ser la cultura, las costumbres o el clima. El ejemplo paradigmático es el del turrón, cuyo consumo se concentra en torno a las fechas de Navidad, lo que supone que la mayoría de las ventas se concentre en los meses de noviembre y diciembre. ¿Quiere esto decir que no podemos consumir turrón en marzo? Poder, sí se puede, pero culturalmente el consumo de turrón está tan arraigado a la Navidad que incluso puede ser muy difícil, si no imposible, encontrar este producto en un supermercado fuera de la campaña de Navidad.
Con el helado pasa algo similar pero en los meses de verano.
A pesar de los enormes esfuerzos de la industria para desestacionalizar el
consumo del producto, haciéndonos ver que el helado es un postre lácteo que
aporta calcio, proteínas y otros nutrientes, en España solemos asociar este
producto al verano, puesto que lo vemos como un producto refrescante que nos
ayuda a llevar mejor el calor. En este caso, si bien hemos hecho del consumo de
helado en verano una costumbre, existe un importante condicionante, el clima,
que determina en gran medida que esto sea así. Las elevadas
temperaturas del verano incentivan el consumo de productos refrescantes,
y el helado nos puede ayudar a rebajar la temperatura corporal. Por ejemplo, en
los países nórdicos, el consumo de helado no presenta dicha estacionalidad, y
la demanda se reparte de forma mucho más constante a lo largo del año, lo que
viene explicado porque allí los veranos no son tan extremos como aquí y el
producto es visto más como un alimento, un postre lácteo, que se toma durante
todo el año.
En el vino también existe un componente estacional claro. De hecho, el consumo aumenta considerablemente en los meses próximos a la campaña de Navidad, especialmente debido al auge de los vinos con D.O. y, sobre todo, de los vinos espumosos (cava). Celebraciones, regalos, comidas familiares o tradición son algunos de los factores que explican dicho componente estacional. Pero ¿qué pasa en verano? Aunque el descenso no es muy acusado, en los meses de verano el consumo de vino se suele situar por debajo de la media mensual. Aunque no dispongo de estadísticas regionales, estoy casi convencido de que en las zonas con temperaturas de verano más elevadas este descenso es incluso más acusado. De hecho, yo mismo soy una pequeña prueba empírica. Aunque nunca he considerado la cerveza y el vino alternativas excluyentes (puedo empezar la comida con una cerveza en el aperitivo y pasar al vino con el plato principal) es cierto que en determinadas situaciones de consumo mi comportamiento con relación al vino cambia en verano. Por ejemplo, cuando salgo de la playa y me siento en un chiringuito a 35 grados a la sombra prefiero una cerveza bien fría a un vino por su mayor poder refrescante. El clima afecta a mi consumo de vino. Es más, no debo ser el único que ve la cerveza así, ya que como se observa en el siguiente gráfico, la cerveza aumenta notablemente su consumo en los meses de verano.
En el vino también existe un componente estacional claro. De hecho, el consumo aumenta considerablemente en los meses próximos a la campaña de Navidad, especialmente debido al auge de los vinos con D.O. y, sobre todo, de los vinos espumosos (cava). Celebraciones, regalos, comidas familiares o tradición son algunos de los factores que explican dicho componente estacional. Pero ¿qué pasa en verano? Aunque el descenso no es muy acusado, en los meses de verano el consumo de vino se suele situar por debajo de la media mensual. Aunque no dispongo de estadísticas regionales, estoy casi convencido de que en las zonas con temperaturas de verano más elevadas este descenso es incluso más acusado. De hecho, yo mismo soy una pequeña prueba empírica. Aunque nunca he considerado la cerveza y el vino alternativas excluyentes (puedo empezar la comida con una cerveza en el aperitivo y pasar al vino con el plato principal) es cierto que en determinadas situaciones de consumo mi comportamiento con relación al vino cambia en verano. Por ejemplo, cuando salgo de la playa y me siento en un chiringuito a 35 grados a la sombra prefiero una cerveza bien fría a un vino por su mayor poder refrescante. El clima afecta a mi consumo de vino. Es más, no debo ser el único que ve la cerveza así, ya que como se observa en el siguiente gráfico, la cerveza aumenta notablemente su consumo en los meses de verano.
Evolución mensual consumo bebidas alcohólicas 2010. Fuente: Martín-Cerdeño (2011) |
Alternativas de consumo de vino en verano
La cultura del vino en nuestro país ha propiciado que surjan
alternativas de consumo perfectamente válidas para los meses de verano. No
estoy hablando sólo de vinos blancos, rosados o espumosos con una temperatura de servicio
mucho más baja que la de un vino tinto, sino también de diferentes combinados
que pretenden poner al alcance del consumidor una bebida con una temperatura de
servicio menor que incentive su consumo en los meses de más calor. Entre
esas bebidas o combinados destacan especialmente las siguientes:
- La sangría y el tinto de verano. Aunque existen tantos modos de elaboración como gustos personales, a grandes rasgos surgen de combinar vino tinto con un refresco tipo soda, La Casera de toda la vida o refresco de limón. En el caso de la sangría se suele añadir fruta natural o incluso un chorrito de vermouth. Ya te digo que hay tantas variantes como gustos. En cualquier caso, ambas alternativas constituyen una excelente forma de consumir el vino en verano y, si bien la tradición nos dice que la sangría casera es una combinación excelente, hoy en día es fácil encontrar en los lineales de los supermercados sangrías y tintos de veranos de elaboración industrial muy del agrado del consumidor. De hecho en muchos bares existen grifos como los de cerveza para dispensar tinto de verano. La importancia de este producto en la cultura española ha provocado que el mismísimo New York Times le haya dedicado un artículo recientemente.
- El kalimotxo. Es el resultado de combinar vino tinto con refresco de cola. Este combinado también ha merecido una reseña del New York Times. De hecho, su cada vez mayor popularidad ha supuesto que incluso se haya lanzado al mercado un vino con sabor a cola, e incluso se plantea el lanzamiento de otro tipo de combinados con otras categorías de refrescos.
Como comentaba anteriormente este tipo de combinados no tiene porqué desplazar el consumo de vinos blancos, rosados o espumosos que, con una
temperatura de servicio más baja que la de los vinos tintos, también resultan
excelentes alternativas de consumo en los meses de verano. De hecho, según la
ocasión de consumo incluso el propio vino tinto, servido a su temperatura
correcta, es una buena alternativa.
Todas las opciones para potenciar y revitalizar el consumo de vino en verano son válidas. De hecho, ahora que se habla mucho del desapego de los jóvenes a la cultura del vino no se puede criminalizar el consumo de este tipo de combinados. Por eso, aunque existen algunas voces críticas frente a este tipo de combinados, no se debe olvidar que para muchos jóvenes estas bebidas son una forma fácil de introducirse en la cultura del vino que no debe ser despreciada.
Todas las opciones para potenciar y revitalizar el consumo de vino en verano son válidas. De hecho, ahora que se habla mucho del desapego de los jóvenes a la cultura del vino no se puede criminalizar el consumo de este tipo de combinados. Por eso, aunque existen algunas voces críticas frente a este tipo de combinados, no se debe olvidar que para muchos jóvenes estas bebidas son una forma fácil de introducirse en la cultura del vino que no debe ser despreciada.
En cualquier caso, ya sabes mi posición al respecto. Como consumidor de vino sólo tú tienes la potestad de elegir la forma en que lo consumes. Ya sea solo o combinado eres el último responsable de cómo consumes el vino y cómo lo disfrutas en verano, porque como dice Pascual Drake, "el vino en verano se puede".
Finalmente, acabo con una cita textual de mis amigas de Wine and Twits: “el verano es tiempo de encuentros y reencuentros, de comidas y cenas con nuestros seres queridos y con amig@s y en estas comidas no debe faltar un buen vino”. Pero, sobre todo, “no olvidéis que el mejor vino será aquél que más os guste o el que más os apetezca -sea cual sea- y os sabrá mucho, mucho mejor si lo disfrutáis en buena compañía”.
¡Que disfrutes de un buen verano y nos leemos en Septiembre!
Un saludo,
Ricardo
Fuente consultada:
Martín-Cerdeño, V. (2011) "Estacionalidad del consumo alimentario". Distribución y Consumo. Núm. 118, pp. 5-21.
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