Según un reciente estudio de la World Cancer Research Fund dado a conocer la semana
pasada, una copa de vino tinto equivale a 178 calorías, lo que a su vez
equivale a dos galletas de chocolate. Si te preocupas por tu aspecto físico y
quieres compensar las calorías ingeridas cuando te bebes un vino, deberías andar durante casi 30 minutos.
Mejor no ponerse a calcular cuanto deberíamos andar para compensar el alcohol
que hemos ingerido en las recientes fiestas de Navidad.
Esta noticia me ha hecho recordar la iniciativa que tuvo Bodegas Valduero en el año 2008, cuando lanzó al mercado su vino 9 Sobresaliente, un vino de baja graduación alcohólica (9 grados, mínimo legal para poder ser comercializado como vino) y que comercializa bajo la DO Ribera del Duero. Según nos cuentan en la ficha de cata,
contiene solamente 50 calorías por cada copa (media galleta de chocolate, más o menos).
Fuente: www.bodegasvalduero.com |
Personalmente, me parece que la decisión
de Bodegas Valduero, junto con la de otras bodegas que han seguido el mismo
camino (por ejemplo, el Grupo Matarromera con su EminaSin) responde a una verdadera necesidad del mercado. Durante muchos años se ha acusado al sector bodeguero de
desarrollar vinos a espaldas del mercado, sin atender a las necesidades del
consumidor, vamos, sin seguir un enfoque de manual de marketing, pero cuando se
desarrollan vinos de baja graduación alcohólica, para personas que no toleran
el alcohol, para personas que se preocupan por su línea o para personas que
tienen que conducir (aunque para conducir no hay que probar el alcohol, ni
mucho ni poco), ahora resulta que decimos que eso no es vino, o que es solo una
moda pasajera. Pues no estoy de acuerdo. Si se detecta una necesidad y se desarrolla un
producto para atender esa necesidad, entonces se está siguiendo un enfoque
marketing. Otra cosa es que no lo queramos seguir.
Todo este debate me hace pensar también en algunas de las
conclusiones de las últimas jornadas del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), en las que se abogaba por hacer
vinos más del agrado del consumidor, que en la actualidad busca vinos más afrutados, más fáciles
de beber. En un país en el que el consumo de vino por persona y año se ha reducido a la mitad en los últimos veinte años, no se pueden pasar por
alto los gustos y necesidades del consumidor. No se puede vivir de espaldas al mercado. Los responsables de marketing de
las bodegas no lo pueden permitir. La pelota está en su tejado.
Saludos,
Ricardo
Pd. Si todavía sigues interesado
en calcular cuanto deberías andar para compensar todo el alcohol que te has bebido
estas fiestas puedes utilizar la calculadora de la WCRF. Haz cuentas de todo lo que has bebido y pincha AQUÍ.
Estoy contigo, a favor de hacer productos a gusto del consumidor. Queremos que se satisfagan nuestras necesidades y queremos opciones para decidir. Y en este caso concreto la demanda está clara.
ResponderEliminarPero claro, la tradición pesa. Y más si mi negocio es mi vida, si amo el vino y no trabajo en una bodega como podría trabajar en una siderúrgica.
Planteas un muy interesante debate. Y para gustos, colores. Yo no concibo un donut light (WTF?). Pero si hay quien lo quiere (insisto, WTF?), ¿qué me molesta a mi su presencia en el supermercado? No lo compro (o no lo produzco) y punto.
Hola Laura:
EliminarGracias por tu comentario. Coincido plenamente contigo. Al final la clave es que si el consumidor lo pide, se le ofrece. Le pese a quien le pese...
Saludos,
Ricardo